A dos días del fin del segundo semestre, examino una entrada anterior donde escribí con bastantes expectativas, poniéndome ciertas “metas”. Cosas sencillas pero que me exigían ordenar mi vida, alejarme del borde del abismo donde la llevé el semestre pasado, cuidarme un poco más, demostrar un poquito más de interés por mi salud o si se quiere, parar con la autodestrucción a la que me había acostumbrado.
Era agosto y yo, chata y agotada por culpa de una toma de ramos a la que el adjetivo de “desastrosa” le queda chico, me propuse lo siguiente (sí, igual tenía fe):
- Almorzar decentemente todos los días.
- Dormir lo suficiente.
- Demostrar seguridad.
- Decir lo que pienso.
- Hacer las cosas bien.
- Y pese a todo, tener vida.
Y sobre eso, puedo decir: sí dije lo que pienso y la mayoría de las veces demostré seguridad. No almorcé decentemente (sigo llenándome con cualquier cosa, por lo tanto, la promesa que le hice a mi familia, a mi doctora y a mí misma se fue a la chucha), no dormí lo suficiente (todo lo contrario. Resultado: estar conectada a horas inverosímiles, andar quedándome dormida en casi todos los rincones y tener patéticos niveles de asistencia a clases), y creo que tampoco tuve mucha vida. Es cierto que me boté al traggoh unas cuantas veces, disfruté los viernes, la compañía de mis amigos y una que otra escapada a comer comida china, pero sé que todo esto no fue suficiente. Sé que he postergado a muchos amigos que me han tenido una paciencia tremenda, que tengo muchos cafés y conversaciones pendientes, y que mi cabeza tiene que vaciarse alguna vez y soltarse de tamaño estrés. Pero me cuesta demasiado. Si alguien leyó mis 5 Fragmentos podrá entender por qué es tan difícil.
(y no sé si hice las cosas bien, muchas veces me dediqué a apagar incendios…)
Ahora, fin de año es una tortura y no sólo por la cantidad gigante de trabajos que hay que hacer. Quejarse sólo por eso sería de mariquitas. Es todo. Es el ambiente, las tensiones, el cansancio, ir al mall a comprar un celular y volver a mi casa con ganas de llorar, es el sistema, el flujo permanente, la injusticia del día a día, la producción que no se termina nunca, las relaciones destrozadas, la falta de tiempo para verse, Internet que lo distorsiona todo, las mentiras, la sensación de que te esconden cosas, que alguien no te está diciendo la verdad, que las cosas no cuadran, que todo fue falso, que te equivocaste y ahora no sabes qué hacer con ese error, las recriminaciones, el miedo, las presiones… no quiero seguir enumerando, es todo. Todo lo que mencioné me ha afectado o me afecta de alguna forma y ahora me pasa la cuenta. Y de verdad es insoportable. El semestre se acaba y no nos da tregua. Nos destruye y nos pone a prueba.
¿El porqué de esta entrada? No sé, me salió. Hoy fue un día especialmente convulsionado. La ansiedad, que se junte todo, la noticia del suicidio de Roberto…
1 comment:
Me encanta tu sinceridad en este post. Creo que hare uno parecido.
Café, next week, sí o sí.
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