Hace unos días estoy haciendo una lista de cosas que quisiera hacer antes de irme pal patio de los callaos (?). Últimamente la vida se ha encargado de recordarme -recordarnos- cuán frágil es, que hay que aprovecharla y que cada momento, ya sea solo o con una persona, podría ser el último. La última vez que vi a Beto en la sala de computación es el ejemplo perfecto de esto que estoy diciendo, pero eso es tema para otra ocasión.
Hoy iba a ser un día no tan especial. Un día, simplemente. Hice una escala en el @SNSCafe para comprarme un jugo, conversé con uno de los compadres que atiende ahí (nos "conocimos" en persona) y buena onda. Después fui a la capacitación de Monitores UChile, y finalmente -eso creía yo- fui a buscar un cheque que me tenían hace como dos meses. Bacán. Estaba a punto de virar cuando me encontré con Turrón, Secretario General FECh, quien me preguntó si venía a la reunión de aranceles. Decidí quedarme. Al rato llegaron los demás de la mesa FECh y presidentes del Centros de Estudiantes, entre ellos José Reyes (alias "Cáncer"), un bacán que cuando me vio, me dijo "CECa".
La cuestión era en Torre 15. Yo, que he estado muy distraída, juraba que íbamos a una funa. Por eso decidí quedarme. Pero no, la cosa era una reunión en el piso 20. En un ascensor se subieron los de la FECh, y en otro los de Centros de Estudiantes (sí, yo soy Secretaria General del CECo 2011, por si alguien no sabía). Éramos 9. Cuando casi nos íbamos, llegaron dos compas más.
Todos apretados, empezamos a subir. Cuando íbamos llegando al piso 7, el ascensor hizo un ruido raro, y se quedó parado. Estábamos en el piso 5. Un gran "oooh" fue seguido de una serie de comentarios: "Cresta, estamos atrapados", "Somos 11 hueones en esta cuestión", "Cómo pedimos ayuda", etc. Hacía mucho calor, estábamos apretados unos con otros y no sabíamos cuánto tiempo íbamos a estar ahí, lo que de inmediato nos llevaba a la pregunta por el aire. Once personas respirando haríamos que el oxígeno se fuera demasiado pronto.
Eran diez cabros, y yo. La única mina, que encima no encontró nada mejor que justo ese día ponerse faldita roja - la pollera colorá- sin calzas debajo. Joder. De a poco se nos fue pasando el urgimiento y pasamos a la risa, a decir que "Estamos bien en el ascensor los 11", que seríamos mártires de la educación pública, que moriríamos ahí, y que en nuestro nombre pondrían una placa conmemorativa. Risas nerviosas.
Mientras tanto, José apretó el botón de emergencias y explicó lo que estaba pasando. Unos minutos después llegó personal de la Torre a sacarnos y hacer chistes (-¿Cuántos son? - Once - Ah, sólo podemos sacar a diez). Un compadre y yo sacábamos fotos. Lograron abrir la puerta y salió el primer muchacho, Fabrizio Cuevas. Mientras, seguían los chistes sobre la cápsula Fénix y los mineros. Yo, que seguía sacando fotos, escuché que desde afuera decían "la mujer, la mujer". Se referían a mí. "No me puedo subir, ando con falda!", dije. "Qué te importa, o te vas a morir", me dijo José. "No me miren nada, ah?", dije antes de que Nico Flores, Presidente de Bachillerato me hiciera piecito, y desde arriba me tendieron las manos para subir. Fabrizio me ayudó. Después de mí, siguieron saliendo todos, guitarra de José incluida.
Afuera seguíamos con las bromas. Cuando salimos todos, dimos las gracias a nuestros rescatistas y subimos al piso 20. Por escalera, claramente.
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