Aunque nadie quiera, empieza el segundo semestre universitario. Lo malo es evidente: al parecer las vacaciones se hicieron cortas y todos volvemos a los deberes tanto o más agotados de lo que salimos. Lo bueno es que el semestre es más corto, con trampita de por medio: menos clases, pero más jarcor. Será.
Las clases me tienen con el cuidado de siempre: mucho. Estudiar, aprender, que me vaya bien. Lo de siempre, que no es lo más importante.
Lo que de verdad me importa está en el ámbito de lo personal. El semestre pasado terminó lo suficientemente bien como para rozar lo satisfactorio, pero no es suficiente. Hay cosas que fallaron y se salieron de control, y eso es lo que debo reivindicar. Para este semestre la cosa cambia porque la misión es una sola: ir a por la dignidad perdida. Sólo yo sé cómo la perdí, dónde la dejé... ¿y cómo recuperarla? Está en veremos.
Otras metas para este semestre:
- Almorzar decentemente todos los días.
- Dormir lo suficiente.
- Demostrar seguridad.
- Decir lo que pienso.
- Hacer las cosas bien.
- Y pese a todo, tener vida.
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