A estas alturas del partido, para muy poca gente es un misterio que pretendo abandonar mi carrera – Cine y TV, por si ud. no lo sabe- para cambiarme a otra.
Sí, señores. Me voy a Periodismo.
Desde abril, mes en que tomé esta decisión, he tenido que dar muchas explicaciones a todo aquel que quiera saber el porqué de mi determinación. Claro, debe causarles curiosidad: se suponía que yo estaba feliz y plena con lo que estaba estudiando, que es lo que quería para mi vida, que tenía buenas notas, que mis colaboraciones con Mano de Obra films me motivaban aún más a seguir. Pero resulta que no. O quizás sí, todo lo que mencioné era así, pero no lo suficiente como para satisfacerme mínimamente, y mucho menos, hacerme feliz. Mi brillante plan era terminar de estudiar cine y, gracias a múltiples convalidaciones, estudiar periodismo. Excelente idea, salvo por un pequeño detallito: hace un tiempo (remontémonos al año pasado), comencé a sentirme incapaz de soportar los cuatro años de cine que me quedaban. Sí, dije SOPORTAR. En ese momento intenté tranquilizarme pensando que sería una crisis pasajera, mas este año las inquietudes volvieron, y me di cuenta de que si uno usa el término SOPORTAR o RESISTIR para hablar de la carrera que está estudiando, algo va mal. No hay signo más evidente. Hasta que un día me cansé de fingir (sí, me di cuenta que es lo que había estado haciendo) y decidí hablar con quien tuviera que hablar y hacer lo que fuera necesario para salirme y estudiar lo que descubrí que es lo mío: Periodismo.
Por supuesto que no es fácil: la presión es demasiada, eso de tener que demostrar constantemente cuán "feliz" estaba se me hacía insoportable. Y no sólo es difícil por eso, sino por todo un cuento que se remonta al pasado, a todo lo segura que supuestamente siempre fui, a siempre haber sido niña modelo, con buenas notas y un esplendoroso porvenir; y en el presente, tener que dar tantas explicaciones de por qué el cambio (vuelvo al supuesto de que yo estaba feliz en Cine y no necesitaba nada más), por qué no lo hice antes, y sobre todo, verme obligada a admitir que me equivoqué. Sí: yo, la estudiante perfecta, no supe escoger bien.
No se trata de que no me guste mi carrera. Siempre maldigo tanto Taller que es la impresión que puede dar, mas no es tan así. Me gusta Cine, pero también me gusta Periodismo. Sin embargo, llegó un momento en que tuve que comenzar a hilar más fino, para descubrir qué es lo que me gusta más, y al final, ser capaz de hacer una diferencia entre lo que me gusta y lo que amo.
Es un tanto difícil de explicar. Podría decir que mi relación con mi carrera es como una relación amorosa que se enfrió. Y en medio de esta crisis, gracias a mi amigo Bello Público, conocí a alguien más, alguien que me entregaba todo lo que mi carrera ya no sabía darme. Así las cosas, decidí divorciarme del cine y empezar a planear mi fuga junto a periodismo. Mi verdadero amor. Lo que quiero hacer para siempre.
Nadie más que yo lamenta haberme decidido tan tarde. He llegado a pensar que nunca me perdonaré por ello. Mas estoy tranquila, porque sé que aún es tiempo de reivindicarme. Entré a cine con la única claridad de que me gusta escribir – es algo que siempre he amado, lo único y mejor que sé hacer-, pero me di cuenta de que en esa carrera no podría desarrollar esta habilidad tanto como quisiera. Esto, sumado a otras frustraciones y descubrimientos, me tienen escribiendo lo que leen.