Saturday, November 14, 2009

Fila del súper.

Estaba haciendo fila en la caja del supermercado. Por alguna razón que desconozco, esta vez apagué el mp3 y me dediqué a escuchar el ruido ambiente.

Tras de mí estaba una tipa de veintitantos años con un niño como de ocho. Saqué unos mini Rolls de uno de esos estantes que hay en las cajas y en ese momento vi que el niñito estaba inquieto, conducta propia de su edad. La galla le decía que estuviera tranquilo y que no se moviera mucho... en fin, lo típico.

Mientras el caballero que me precedía daba su RUT para eso de acumular puntos, escuché que la tipa le decía "pero no ordenís po, no es tu problema que esté todo desordenado".

Ahí entendí todo. El niño estaba acomodando los Snickers, Milky Ways y los Rolls, razón suficiente para ser reprendido por su mamá.

"Bien", pensé. "Desde chicos les enseñan el egoísmo y a no pensar en nada que no sean ellos mismos".

Pensé eso y sentí una profunda lástima y un profundo asco de los adultos y de la sociedad en general perpetúen ese tipo de enseñanzas. Es un hecho pequeño y fugaz, pero da para preguntarnos qué cosas se le enseñan a los niños, a qué preceptos y valores quedan legitimados en la sociedad. Porque cuando la mamá le dice a su hijo que no es su problema que algo esté mal y que no tiene por qué hacer algo para arreglarlo, en el fondo le está diciendo que tiene que ser individualista, que se preocupe de sí mismo y que ignore todo lo demás.

Así, las cosas nunca van a cambiar.
Pensé eso y lo lamenté mucho, demasiado.