I
Infancia
Infancia
Los Prisioneros están ligados a mis primeros recuerdos de niñez. No diré que el recuerdo más antiguo que tengo tiene relación con mi amada banda, pero sí es uno de los más viejitos. En mi casa jamás hubo discos de Los Prisioneros; éstos llegaron a mi hogar cuando yo los conocí y les declaré mi amor eterno, invariable y a todo color. Mi familia no los quiere; mejor dicho, no quieren a Jorge González. Les cae mal. No lo encuentran talentoso, ídolo ni bacán. Yo, en cambio, no imagino mi vida sin escuchar o pensar en esas canciones, que me han acompañado durante tantos años y siguen haciéndolo, porque inevitablemente se ligan a mi paso por este mundo. Al país, a la gallada también, claro está, pero a mí me han llegado con una fuerza tal que jamás otro grupo ha podido igualar el impacto que en mí han producido y seguirán produciendo esas canciones, esa estética, esa actitud, esa historia.
Era 1992, yo tenía tres años y en las mañanas, veía el videoclip de Tren al sur en esa tele que trajo mi tata de Panamá, esa misma que fue una de las primeras en llegar al barrio, y según me cuentan, era la envidia de los vecinos. Incluso hoy puedo recordar la sensación de alegría al ver ese video: el tren en marcha, la laguna, los patos, y claramente, la canción. La hermosa canción, que no sé si en esos años cantaba, pero de escucharla tantas veces, logré identificar y disfrutar.
En 1996, a mis siete años, una imagen que no se parecía a nada de lo que hubiera visto antes captó mi atención: las fotos de tres tipos personificando a los próceres patrios que me nombraban en el colegio, pero con una pequeña variación: José Miguel Narea, Manuel Tapia... Bernardo González? Y esos, quiénes eran? Con letras más grandes, decía: LOS PRISIONEROS.
Era, claramente, la foto de Ni por la Razón, Ni por la Fuerza.
De esa manera me enteré de la existencia de tres tipos, que eran Los Prisioneros. Yo no sabía qué eran. No se me pasó por la cabeza que fueran un grupo musical. Podrían ser cualquier cosa, qué iba a saber yo, si sólo vi esa foto y me sentí atraida por ella. Ese suceso no me pareció importante, pero jamás se borró de mi mente. Ahora valoro que no lo haya hecho.
Lo que caracteriza mi infancia, en relación a Los Prisioneros, son estos hechos que acabo de contar. Sucesos pequeños, aparentemente intrascendentes, que fueron poniéndome al tanto de la existencia del grupo que, pocos años después, conocería y amaría como nunca he vuelto a amar a otro. Cuando en 1999, yo estaba en quinto básico, escuchaba a una amiga cantar en la sala de clases ya viene la fuerza, la voz de los '80..., y me quedaba con esa melodía grabada, pero no tenía idea de nada, no sabía que esos eran los tipos de la foto que había visto tiempo atrás. Al año siguiente, y eso por supuesto que yo aún no lo sabía, el encuentro sería directo, consciente y frontal.
Era, claramente, la foto de Ni por la Razón, Ni por la Fuerza.
De esa manera me enteré de la existencia de tres tipos, que eran Los Prisioneros. Yo no sabía qué eran. No se me pasó por la cabeza que fueran un grupo musical. Podrían ser cualquier cosa, qué iba a saber yo, si sólo vi esa foto y me sentí atraida por ella. Ese suceso no me pareció importante, pero jamás se borró de mi mente. Ahora valoro que no lo haya hecho.
Lo que caracteriza mi infancia, en relación a Los Prisioneros, son estos hechos que acabo de contar. Sucesos pequeños, aparentemente intrascendentes, que fueron poniéndome al tanto de la existencia del grupo que, pocos años después, conocería y amaría como nunca he vuelto a amar a otro. Cuando en 1999, yo estaba en quinto básico, escuchaba a una amiga cantar en la sala de clases ya viene la fuerza, la voz de los '80..., y me quedaba con esa melodía grabada, pero no tenía idea de nada, no sabía que esos eran los tipos de la foto que había visto tiempo atrás. Al año siguiente, y eso por supuesto que yo aún no lo sabía, el encuentro sería directo, consciente y frontal.
(sí, continuará)